EL BINOMIO PERFECTO PARA EL MINISTERI0
SOTERIOLÓGICO.

Veamos como lo practicó Juan el Bautista.
Juan el Bautista no inició su
ministerio en el centro de la ciudad,
sino en el desierto de Judea, en lo
inhóspito del lugar. A pesar de que conocía la vestimenta de los sacerdotes, no
venía con sus
atuendos, ni de un fariseo, ni de un evangelista moderno, sino como un profeta
muy singular: con ropa de pelo de camello y un cinto de cuero alrededor de sus
lomos; y comiendo alimentos no comunes, tales como langostas y miel silvestre,
pero con un mensaje evangelizador muy poderoso. Esto fue así porque él cumplía
la profecía de Isaías 40:3 que dijo: “Voz que clama en el desierto: ‘Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la
soledad a nuestro Dios’”
Juan era “la voz en el desierto, que
comunicaba el evangelio a las masas que
venían de Judea y de Jerusalén; predicaba el bautismo de arrepentimiento para
perdón de pecados y lograba que la gente confesara sus pecados y se
arrepintieran de ellos para obtener el perdón de Dios. Algo muy especial había
en la vida y obra de Juan, que atraía a las almas desde diferentes lugares al río Jordán,
donde confesaban sus pecados.
En el evangelismo de Juan el Bautista
se ve que ofrecía bautismo, y perdón de
pecados a condición de dar frutos genuinos de arrepentimiento. Muchos aceptaron
ese llamado, aún fariseos y saduceos.
Algunos que se convirtieron con el mensaje de Juan fueron elegidos para
ser sus discípulos, y estaban con él,
(Juan 1:35) y les enseñaba a orar (Lucas 11:35).Cuando conocieron a Jesús algunos
abandonaron a Juan para ser discípulos de Cristo. Andrés, hermano de Simón
Pedro, fue uno de los que decidió seguir a Jesús. Cuando los discípulos de Juan
decidieron seguir al Señor, hicieron lo correcto,
porque después de eso Juan fue encarcelado, y
decapitado por su mensaje a Herodes: “No te es lícito tener a Herodías,
la mujer de tu hermano.” Mateo14: 3-12 Los que siguieron con Juan, estuvieron
al cuidado de él cuando estaba encarcelado. Cuando fue decapitado, lo sepultaron
dignamente, y le pasaron la información de su muerte al Señor. Él murió pero
dejó muchas almas que creyeron su mensaje.
Se necesitan hombres y mujeres que
muestren el llamado de Dios, que ganen almas para el reino del Señor, y que
hagan discípulos que continúen con la
misión encomendada. Hoy hemos llegado a tiempos en que algunos siervos se preparan
teológicamente pero no se ve en ellos un llamado de servicio para la salvación
de las almas, no se ve que estén dispuestos a morir por la causa del evangelio;
sino que ven el ministerio como una profesión de la cual vivir; sería bueno que
como requisito para ingresar a los institutos bíblicos se tomara en cuenta si
el alumno ha ganado almas para Cristo.
Podemos decir con el himnólogo,”
Cristo quiere mensajeros hoy, que anuncien su verdad, ¿Quién dirá? Señor, yo
listo estoy, haré tu voluntad” Se necesitan hombres y mujeres que se lancen al
ministerio de la evangelización y discipulado sin importar lo inhóspito de los
lugares. Hombres y mujeres que tengan compasión por las almas de los perdidos,
que vayan por los lugares donde no hay iglesias; que evangelicen, que hagan
campañas, que usen los métodos y técnicas necesarias para salvar las almas de
los que van rumbo al infierno; y que los nuevos convertidos no queden
abandonados, que se siga un plan de discipulado para que ellos también aprendan
la doctrina del Señor, y sean fieles a los principios cristianos.
Gracias a Dios por los pioneros de la Obra , tales como Francisco Ramírez Arbizú, José
María Bermúdez, Fernando Monroy, José Irene Granados, Leonidas Lobos, José
Elías Magaña, Rigoberto Enrique Magaña -entre otros- que respondieron al
llamado del Señor, y salieron por los cantones, evangelizando
personalmente, predicando el evangelio,
salvando las almas y sanando a los enfermos; aunque siendo vejados y
maltratados, llevaron el evangelio a los
lugares donde se propusieron.
También es digno reconocer que se haya elaborado
un librito de doctrinas y practicas fundamentales de la Biblia , libro con el cual
se dio en cierta manera el discipulado para que los nuevos creyentes se
fundamentaran en la palabra del Señor y aprendieran a servir en la iglesia.
Otro elemento que ha ayudado mucho en el discipulado es la escuela dominical;
porque a través de la enseñanza, se logró fomentar la doctrina y darle buen
fundamento a la iglesia. Los institutos bíblicos han sido de mucha bendición
para los hermanos que sentían la necesidad de prepararse para el evangelismo, y
luego discipular de una mejor manera a los hermanos que se convierten al
evangelio. Se puede decir con toda seguridad que si queremos que la obra del
señor siga triunfando, necesitaremos practicar el evangelismo y el discipulado.
Veamos cómo lo llevó a cabo el Señor.
Después del encarcelamiento de Juan,
vemos a Jesús de Nazaret, caminando por
las calles polvorientas o
empedradas de Galilea, predicando el evangelio
del reino de Dios, y diciendo a la gente que ya es tiempo de que se arrepientan,
y crean al evangelio;
Y así como
llamaba a muchos al arrepentimiento, también invitaba personalmente a otros
para convertirlos en un grupo selecto que después de pasar por un tiempo de discipulado,
los convirtió en apóstoles, los cuales orientarían a la iglesia primitiva.
Vale mencionar que al Señor le
seguían grandes multitudes, pero él seleccionó solamente doce discípulos a los
cuales preparó para que continuaran el ministerio de la evangelización.
Cuando Él resucitó, le apareció a sus doce discípulos, después a mas de
quinientos hermanos. Es decir el Señor tenía muchos creyentes en él, pero también
tenía un grupo selecto de discípulos. 1°
Corintios 15: 5-7.
A partir del ministerio del Señor, se puede ver que con el evangelismo
en sus diversas maneras, podemos ganar almas para el reino del evangelio, pero
con el discipulado le damos estabilidad espiritual, y doctrinal a las personas
recién convertidas.
Si para Jesús la prioridad eran las
almas perdidas, igualmente la prioridad
de los hombres y mujeres que se lanzan al ministerio, o son llamados del Señor, debe ser ganar las almas de los perdidos, y discipularles
para que no se pierdan.
En el sermón del monte se puede ver cómo Jesús hacía uso del evangelismo masivo sin
descuidar el discipulado. Mateo 5:1-2 dice: “Viendo la multitud, subió al monte; y
sentándose, vinieron a el sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba
diciendo”… En esa ocasión, el motivo del
sermón no eran sus discípulos sino las multitudes que él veía; sin embargo los
doce se acercaron al Señor y oyeron
dicho sermón.
El siempre tenía una enseñanza para
sus discípulos; en ocasiones, no entendían algunas parábolas, pero el con ternura les enseñaba,
y les explicaba lo que no entendían concerniente al reino de Dios. Es aquí
donde se ve la necesidad de aplicar estos dos elementos indispensables para el
crecimiento de la obra del Señor. El evangelismo en sus diferentes maneras, y
el discipulado.
Veamos cómo se está haciendo hoy.
Es verdad que algunas iglesias tienen un plan de evangelismo y discipulado, y se ve su
accionar. Los hermanos salen por las colonias a evangelizar, van de dos en dos,
invitan a la gente a recibir al Señor y algunos aceptan a Cristo; otros hacen
cultos relámpago en determinados lugares y hacen llamamiento, también se hacen
campañas evangelísticas, y otros eventos y actividades evangelizadoras pero a
pesar del trabajo realizado, no se ve el crecimiento numérico de las
congregaciones. Para ejemplo: Si en una congregación de sesenta miembros
aceptan a Cristo cuarenta creyentes, se
pensaría que esa iglesia tendría cien miembros, pero la realidad es que por una
puerta entran y por otra salen, y la iglesia sigue con sesenta creyentes; luego
nos preguntamos ¿Por qué será? ¿En que estaremos fallando? Por otro lado,
tenemos algunas congregaciones que se especializan en el proselitismo de creyentes
que en el afán de hacer crecer su congregación se llevan a los que pueden convencer,
y los insertan en el plan de los encuentros para tenerlos atrapados. Es en
vista de eso que se hace necesario llevar a cabo el evangelismo y el
discipulado, para que los que se convierten al Señor también sean enseñados
para que no se dejen atrapar tan fácilmente de las corrientes heréticas
contemporáneas. Vale la pena que trabajemos anhelantes en la viña del Señor,
porque hay muchos inconversos que se van a condenar, si logramos que se
arrepientan, ellos se pueden salvar, y para que sean creyentes fuertes en la
fe, les debemos discipular. El evangelísmo y el discipulado son elementos afines y coadyuvantes para el ministerio de la salvación de las almas.
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