viernes, 15 de enero de 2016

BINOMIO PERFECTO.




EL BINOMIO PERFECTO PARA EL MINISTERI0 SOTERIOLÓGICO.
          
         Binomio: conjunto de dos personas o elementos que suelen actuar juntos o en colaboración por su afinidad. En este caso el binomio lo forman el evangelismo y el discipulado, como elementos afines y coadyuvantes para el ministerio de la salvación de las almas.

Veamos como lo practicó Juan el Bautista.
        Juan el Bautista no inició su ministerio  en el centro de la ciudad, sino en el desierto de Judea,  en lo inhóspito del lugar. A pesar de que conocía la vestimenta de los sacerdotes, no venía   con  sus atuendos, ni de un fariseo, ni de un evangelista moderno, sino como un profeta muy singular: con ropa de pelo de camello y un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comiendo alimentos no comunes, tales como langostas y miel silvestre, pero con un mensaje evangelizador muy poderoso. Esto fue así porque él cumplía la profecía de Isaías 40:3 que dijo: “Voz que clama en el desierto: ‘Preparad  camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios’”
          Juan era “la voz en el desierto, que comunicaba  el evangelio a las masas que venían de Judea y de Jerusalén; predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados y lograba que la gente confesara sus pecados y se arrepintieran de ellos para obtener el perdón de Dios. Algo muy especial había en la vida y obra de Juan, que atraía a las almas desde diferentes lugares  al  río Jordán, donde confesaban sus pecados.
          En el evangelismo de Juan el Bautista se ve  que ofrecía bautismo, y perdón de pecados a condición de dar frutos genuinos de arrepentimiento. Muchos aceptaron ese llamado, aún fariseos y saduceos.    
Algunos que se convirtieron con el mensaje de Juan fueron elegidos para ser  sus discípulos, y estaban con él, (Juan 1:35) y les enseñaba a orar (Lucas 11:35).Cuando conocieron a Jesús algunos abandonaron a Juan para ser discípulos de Cristo. Andrés, hermano de Simón Pedro, fue uno de los que decidió seguir a Jesús. Cuando los discípulos de Juan decidieron seguir  al Señor, hicieron lo correcto, porque después de eso Juan fue encarcelado, y   decapitado por su mensaje a Herodes: “No te es lícito tener a Herodías, la mujer de tu hermano.” Mateo14: 3-12 Los que siguieron con Juan, estuvieron al cuidado de él cuando estaba encarcelado. Cuando fue decapitado, lo sepultaron dignamente, y le pasaron la información de su muerte al Señor. Él murió pero dejó muchas almas que creyeron su mensaje.
            Se necesitan hombres y mujeres que muestren el llamado de Dios, que ganen almas para el reino del Señor, y que hagan discípulos  que continúen con la misión encomendada. Hoy hemos llegado a tiempos  en que algunos siervos se preparan teológicamente pero no se ve en ellos un llamado de servicio para la salvación de las almas, no se ve que estén dispuestos a morir por la causa del evangelio; sino que ven el ministerio como una profesión de la cual vivir; sería bueno que como requisito para ingresar a los institutos bíblicos se tomara en cuenta si el alumno ha ganado almas para Cristo.
          Podemos decir con el himnólogo,” Cristo quiere mensajeros hoy, que anuncien su verdad, ¿Quién dirá? Señor, yo listo estoy, haré tu voluntad” Se necesitan hombres y mujeres que se lancen al ministerio de la evangelización y discipulado sin importar lo inhóspito de los lugares. Hombres y mujeres que tengan compasión por las almas de los perdidos, que vayan por los lugares donde no hay iglesias; que evangelicen, que hagan campañas, que usen los métodos y técnicas necesarias para salvar las almas de los que van rumbo al infierno; y que los nuevos convertidos no queden abandonados, que se siga un plan de discipulado para que ellos también aprendan la doctrina del Señor, y sean fieles a los principios cristianos.
Gracias a Dios por los pioneros de la Obra, tales como Francisco Ramírez Arbizú, José María Bermúdez, Fernando Monroy, José Irene Granados, Leonidas Lobos, José Elías Magaña, Rigoberto Enrique Magaña -entre otros- que respondieron al llamado del Señor, y salieron por los cantones, evangelizando personalmente,  predicando el evangelio, salvando las almas y sanando a los enfermos; aunque siendo vejados y maltratados, llevaron el evangelio  a los lugares donde se propusieron.
             También es digno reconocer que se haya elaborado un librito de doctrinas y practicas fundamentales de la Biblia, libro con el cual se dio en cierta manera el discipulado para que los nuevos creyentes se fundamentaran en la palabra del Señor y aprendieran a servir en la iglesia. Otro elemento que ha ayudado mucho en el discipulado es la escuela dominical; porque a través de la enseñanza, se logró fomentar la doctrina y darle buen fundamento a la iglesia. Los institutos bíblicos han sido de mucha bendición para los hermanos que sentían la necesidad de prepararse para el evangelismo, y luego discipular de una mejor manera a los hermanos que se convierten al evangelio. Se puede decir con toda seguridad que si queremos que la obra del señor siga triunfando, necesitaremos practicar el evangelismo y el discipulado.

Veamos cómo lo llevó a cabo el Señor.
          Después del encarcelamiento de Juan, vemos a Jesús de Nazaret,  caminando por las calles  polvorientas o empedradas  de Galilea, predicando el evangelio del reino de Dios, y diciendo a la gente que ya es tiempo de que se arrepientan, y  crean al evangelio;
Y así como llamaba a muchos al arrepentimiento, también invitaba personalmente a otros para convertirlos en un grupo selecto que después de pasar por un tiempo de discipulado, los convirtió en apóstoles, los cuales orientarían a la iglesia primitiva.         
          Vale mencionar que al Señor le seguían grandes multitudes, pero él seleccionó solamente doce discípulos a los cuales preparó para que continuaran el ministerio de la evangelización.
           Cuando Él resucitó, le apareció a sus doce discípulos, después a mas de quinientos hermanos. Es decir el Señor tenía muchos creyentes en él, pero también tenía un grupo selecto de discípulos.  1° Corintios 15: 5-7.
           A partir del ministerio del Señor, se puede ver que con el evangelismo en sus diversas maneras, podemos ganar almas para el reino del evangelio, pero con el discipulado le damos estabilidad espiritual, y doctrinal a las personas recién convertidas.       
            Si para Jesús la prioridad eran las almas perdidas,  igualmente la prioridad de los hombres y mujeres que se lanzan al ministerio, o son llamados  del Señor, debe ser ganar  las almas de los perdidos, y discipularles para que no se pierdan.
          En el sermón del monte se puede ver cómo  Jesús hacía uso del evangelismo masivo sin descuidar el discipulado. Mateo 5:1-2  dice: “Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a el sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba diciendo”…  En esa ocasión, el motivo del sermón no eran sus discípulos sino las multitudes que él veía; sin embargo los doce  se acercaron al Señor y oyeron dicho sermón.  
            El siempre tenía una enseñanza para sus discípulos; en ocasiones, no entendían algunas  parábolas, pero el con ternura les enseñaba, y les explicaba lo que no entendían concerniente al reino de Dios. Es aquí donde se ve la necesidad de aplicar estos dos elementos indispensables para el crecimiento de la obra del Señor. El evangelismo en sus diferentes maneras, y el discipulado.

Veamos cómo se está haciendo hoy.
        Es verdad que algunas iglesias tienen un  plan de evangelismo y discipulado, y se ve su accionar. Los hermanos salen por las colonias a evangelizar, van de dos en dos, invitan a la gente a recibir al Señor y algunos aceptan a Cristo; otros hacen cultos relámpago en determinados lugares y hacen llamamiento, también se hacen campañas evangelísticas, y otros eventos y actividades evangelizadoras pero a pesar del trabajo realizado, no se ve el crecimiento numérico de las congregaciones. Para ejemplo: Si en una congregación de sesenta miembros aceptan a  Cristo cuarenta creyentes, se pensaría que esa iglesia tendría cien miembros, pero la realidad es que por una puerta entran y por otra salen, y la iglesia sigue con sesenta creyentes; luego nos preguntamos ¿Por qué será? ¿En que estaremos fallando? Por otro lado, tenemos algunas congregaciones que se especializan en el proselitismo de creyentes que en el afán de hacer crecer su congregación se llevan a los que pueden convencer, y los insertan en el plan de los encuentros para tenerlos atrapados. Es en vista de eso que se hace necesario llevar a cabo el evangelismo y el discipulado, para que los que se convierten al Señor también sean enseñados para que no se dejen atrapar tan fácilmente de las corrientes heréticas contemporáneas. Vale la pena que trabajemos anhelantes en la viña del Señor, porque hay muchos inconversos que se van a condenar, si logramos que se arrepientan, ellos se pueden salvar, y para que sean creyentes fuertes en la fe, les debemos discipular.   El evangelísmo y el discipulado son elementos afines y coadyuvantes para el ministerio de la salvación de las almas.    
       
   Autor: Elid  Dodanim Magaña.












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